jueves, 12 de enero de 2012

Aves de paso

Sigue la búsqueda inmobiliaria en Berlin para encontrar algo definitivo y mudarnos. En diciembre paramos en un departamento increíblemente lindo, en el que ya habíamos estado otra vez, y para enero conseguimos uno que compartimos con más gente. Acá, un breve resumen de las diferencias entre una y otra experiencia:

Antes: vivíamos con una alemana loca, alrededor de 40 años, mal llevados, diseñadora de botas, obsesiva del orden y de la limpieza. Pretendía que todo estuviera siempre igual, ni una miga en ningún lado. No nos hablaba, hacía todo ella, pero con una cara de orto XL.
Ahora: convivimos con dos alemanas, alrededor de 30, una es médica y no está nunca en la casa. Se nota que es medio caradura y le pidió la contraseña del wifi al vecino. Menos mal, porque este pituto USB que compré se cagó ayer y, si ella no hubiese conseguido este dato, estaría en el cyber. La otra alemana tiene rastas, es arquitecta, siempre nos pregunta por nuestra búsqueda inmobiliaria y es fana de la comida orgánica. Nadie se preocupa si la tabla del pan tiene migas hace cuatro días, si una taza tiene un saquito seco que se está poniendo marrón o si se acumulan las botellas.

Antes: todas las ventanas daban a un canal, inclusive las del baño. Los pájaros se acercaban a comer o se paraban en la baranda. Había que cuidar algunas plantas de interior y las que estaban en el balcón parecían sufrir las bajas temperaturas.
Ahora: todas las ventanas dan al pulmón de manzana, lo que más se ven son otras ventanas. Casi nadie usa cortinas, así que vengo siguiendo un par de historias en paralelo. Ayer, sin ir más lejos, apareció un tipo en pelotas y ella se la agarró un poquito. Hay pocas plantas, sólo en el comedor, pero se la bancan.

Antes: en toda la casa había wifi. El estudio que nos había tocado también tenía vista al canal.
Ahora: se me rompió el cosito USB para Internet y la conexión del living es débil.

Antes: dormíamos en una cama medio vencida, en la que nos íbamos para el medio.
Ahora: dormimos en un entrepiso que tiene un colchón doble y dos colchones simples, en el que habitualmente duerme toda una familia.

Antes: era el departamento de una investigadora, tenía tantos libros (muchísimos en español) en tantas bibliotecas que siempre había algo nuevo para curiosear.
Ahora: no hay ni una revista en alemán, ni un escritorio. Sólo las sillas del comedor.

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